viernes, 15 de marzo de 2013

Arquitectura ecológica

Nosotros nos autodenominamos estudio de arquitectura ecológica, pero muchas veces nos damos cuenta de que para muchas personas no tiene el mismo significado que para nosotros. Hoy en día “ser verde” está de moda, lo cual ha dado lugar a que una multitud de marcas, empresas y productos se pongan el sello ecológico y prediquen a los cuatro vientos su compromiso con el medioambiente por mero beneficio monetario. Pero el hecho de ponerte un logotipo verde muy chulo y decir que cuidas el medioambiente, si no viene acompañado de esfuerzos y compromisos reales, no sólo no colabora a mejorar nuestro entorno, si no que denuesta y entorpece los esfuerzos de aquellos que si están verdaderamente comprometidos, ya que desdibuja y distorsiona el término “ecológico” hasta que pierde su significado. Debido a esto, en gran parte, muchas personas asocian lo "eco" a productos más caros y no necesariamente mejores.

Pero demos un paso atrás, y volvamos al término arquitectura ecológica y empecemos por explicar qué es lo que quiere decir para nosotros. Así que:

¿Qué es la arquitectura ecológica? 

Es una forma de entender la construcción y proyección de cualquier tipo de edificación, que refleja los esfuerzos por parte de los profesionales de nuestro sector, para encontrar soluciones y métodos de edificación que sean lo más respetuosas posibles para con el medioambiente y que sean sanas para las personas.

No nos referimos a edificaciones espectaculares con complicados sistemas que regulan hasta el más mínimo detalle de forma automática o a construcción capaces de albergar a cientos de personas y que se autoconstituyen en ecosistemas por derecho propio.

No, cuando nosotros decimos que hacemos arquitectura ecológica nos referimos a viviendas con presupuestos normales, para familias normales, pero en las que el respeto por el entorno y la salud se convierte en prioridad.

Para conseguir esto recurrimos a una mezcla entre moderno y tradicional. Así, nos beneficiamos de nuevas técnicas constructivas, materiales y nuevas tecnologías, como las energías renovables, pero no nos olvidamos de los materiales que más se han utilizado localmente, las tipologías más comunes en la zona (que suelen estar adaptadas a las condiciones del entorno), etc. Además, hay que tener en cuenta algunos factores como son las características de los materiales a utilizar, su contenido energético, su origen y su transporte, su posible reutilización, etc.

¿Cómo aplicamos estas líneas generales? 

Lo primero, es que tenemos en cuenta ya desde el principio, cuando la construcción no es más que ideas en un papel, la necesidad de que sea sostenible, por lo que desde el diseño arquitectónico y la obtención de las materias primas, hasta que éstas regresan al medio en forma de residuos, todo es diseñado para cumplir estos requisitos.

Cosas tan fáciles y tan básicas como orientar los huecos acristalados hacia el sur, para captar más radiación solar en invierno y menos en verano, utilizar corrientes de aire y sombras para refrescar el ambiente cuando sea necesario o aislar bien la vivienda del exterior, suponen un importante ahorro de energía. Si además, instalas paneles solares, por ejemplo, la energía que haya que utilizar será mucho más limpia (aprovechar recursos infinitos). Utilizar materiales que se pueden conseguir de forma local, reduce la contaminación producida durante transporte además de favorecer la economía local. El aprovechamiento de aguas pluviales permiten una gestión más racional del agua. Todo esto, no solo no tiene porque suponer un aumento en el coste de la construcción, sino que además, lo que seguro que supondrá es un ahorro en el futuro en consumos de agua y electricidad.

¿Por qué es importante?

Creemos firmemente en la necesidad de cambiar la mentalidad a la hora de construir, pero no solo eso, también la forma que tenemos de entender los núcleos habitados. Año tras año la tasa de crecimiento demográfico disminuye, y sin embargo seguimos expandiéndonos. Si unimos a esto, fenómenos como el cambio climático, el continuo deterioro de la capa de ozono, la deforestación o la pérdida de biodiversidad, se pone de manifiesto la necesidad de una mejor gestión de los recursos que tenemos.

Desde el sector de la construcción tenemos que aportar nuestro granito de arena, ya que es un error habitual atribuir exclusivamente a la industria y a los sistemas de transporte, el origen principal de la contaminación. El sector de la construcción y aquellos sectores con los que interactúa, es una de las áreas que genera un mayor impacto ambiental, y tiene unos requerimientos energéticos muy elevados. Los edificios consumen entre el 20% y el 50% de los recursos naturales, siendo ésta actividad la mayor consumidora de recursos, junto con la industria asociada (madera, minerales, agua y energía). Asimismo, los edificios, una vez construidos, continúan siendo una causa directa de contaminación por las emisiones que producen. En España se calcula que el 18% del consumo total de energía va a parar a las viviendas y el 47% del mismo está destinado solo para calefacción. *

También resulta evidente el elevado impacto de su emplazamiento sobre el territorio. En torno al 80% de las personas reside en zonas urbanas, con influencia negativa en otros sectores como el del transporte y la energía.

Todo eso, unido a la importante generación de residuos, constructivos, de mantenimiento y de derribo de los edificios, con perspectivas de aumento y dificultades para su reutilización o reciclaje, ha empujado ya a muchos profesionales a buscar nuevas formas de construir, más respetuosas con el medioambiente, los recursos y los seres humanos.

Al final lo importante es…

Un edificio sostenible es más saludable, consume menos energía y genera menores gastos. Es más eficiente a la hora de emplear recursos -energía, agua, materiales- y reduce a la vez el impacto sobre la salud humana y el entorno durante su ciclo de vida, a través del cuidadoso estudio del emplazamiento, diseño, construcción, operación, mantenimiento y demolición.

La experiencia de los últimos veinte años ha demostrado que no resulta fácil cambiar el sistema de construcción de los edificios y su funcionamiento. Para lograr una construcción sostenible debe romperse con la inercia y los malos hábitos adquiridos por décadas de derroche de los recursos naturales. En este sentido, la crisis económica mundial ha sido observada por muchos profesionales como el marco adecuado para tratar de establecer nuevas formas de entender la arquitectura, que sean más responsables con el entorno y el ser humano.
*Datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía: Estudio sobre ConsumoEnergético del Sector Residencial en España.

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